miércoles, 28 de octubre de 2015

1º de Noviembre


 


 En  el siglo XVI y posteriores había cuatro cementerios funcionando simultáneamente en Alcañices, en los que  se podían sepultar los fallecidos de entonces. Por orden cronológico de antigüedad estos eran: Uno dentro de la iglesia de la Asunción; Otro en el exterior de la misma iglesia, a su alrededor; Un tercero en el hospital de san Nicolás y un cuarto, del que aún quedan vestigios,   en el barrio de Dentro la Villa, al final en lo que se conoce como el rincón, en la parte izquierda, un poco antes de empezar  la salida hacia el cañíco de abajo. Actualmente, desde finales del siglo XIX solo existe uno, en el pago del Torronal, al que hasta hace muy poco  estaba adosado un  espacio  para cementerio civil. Se puede decir que, sobre el papel, había dos, uno para católicos y otro para los fallecidos de otras religiones y ateos.  

En lo que utilizaban dentro de la iglesia se inhumaban los cadáveres de los  económicamente más pudientes. Todavía en el suelo se pueden ver las losas numeradas, las  que cubrían las fosas. Cuanto más cerca del altar querían ser enterrados, más alta debía ser la aportación que tenían que hacer a la iglesia. En los alrededores de ella  eran sepultados los fallecidos de una clase social económicamente  un poco inferior  a la de quienes  se podía permitir que sus restos descansaran en el  interior de la parroquia. Dentro  del hospital de san Nicolás, que estaba en la esquina de la calle de su mismo nombre con la de Labradores, ocupando una gran extensión, existía un espacio para el enterramiento de los forasteros   fallecidos en el establecimiento. Entre los forasteros hay que incluir los soldados de  un regimiento  que había para tratar de  impedir las incursiones e invasiones de tropas portuguesas. Alrededor de 1665 una epidemia hizo que la mortandad fuera muy alta. En  los libros de registro de  defunciones de esos años,  raro es el día en que no aparecen anotaciones  de soldados que morían en el hospital y eran enterrados en el  sitio que, en sus dependencias, habían destinado para esos menesteres. También en ese tiempo estaba habilitado como cementerio el mencionado  de Dentro la Villa, que se utilizó como tal hasta que se inauguró el que funciona actualmente. Precisamente la noche de difuntos, hasta los años cincuenta del pasado siglo, iba la gente en procesión, el cura  con hisopo e incensario cantando el Requien, hasta la puerta, para rezar allí unas oraciones en latín.

El cementerio que se utiliza actualmente vivió (coño, perdón, pero no me sale otra palabra) una circunstancia un tanto especial. Estuvo  en entredicho (ª) desde el 26 de julio de 1904 hasta el 18 de noviembre de 1956.

Y  estas son las razones, actuaciones y resoluciones:

 

Acta de defunción

En  la villa de Alcañices  a las siete de la tarde del  día  veintiuno de julio de mil novecientos cuatro ante D. Manuel Benjamín Sánchez, Juez municipal y D. Indalecio del Espíritu  Santo, Secretario, compareció  D. Manuel Blanco  con su cedula personal. Natural de esta villa, mayor de edad; estado civil casado de profesión jornalero; domiciliado en la calle  Labradores; manifestando en calidad de vecino que D. Francisco Oterino Rodríguez, natural de Zamora, edad de 36 años, Albañil y domiciliado en esta villa, falleció a  las dos de la tarde del día de hoy en su domicilio a consecuencia de una hemorragia pulmonar según certificación facultativa que presenta  para obtener la correspondiente  licencia de enterramiento.

En vista de  esta manifestación y de  dicha certificación facultativa, que queda archivada, el Sr. Juez  municipal  dispuso que se extendiese  la presente acta ,  consignándose en ella , además de lo  expuesto por el declarante  y en virtud de las noticias que se han podido adquirir, las circunstancias siguientes:

Que el referido finado  estaba casado en el acto del fallecimiento  con Bárbara, ignorándose el apellido, natural y residente en Zamora no habiendo obtenido de este matrimonio hijo alguno.

Que era hijo de D. Antonio Oterino, natural de Zamora y de D.ª. Ángela Rodríguez  de dicha Zamora, ambos difuntos.

Que según noticias no hizo testamento y que a su cadáver  se habrá de dar sepultura  en el cementerio.

Fueron testigos  presenciales D. Manuel Losada  y D. José Barros, naturales  y vecinos  de esta villa, mayores de edad y casados.

Leída íntegramente esta acta  e invitadas las personas que  deben suscribirla  a que la leyeran por si mismas, si así lo creen conveniente, se estampó en ella el sello del Juzgado municipal  y lo firmaron el Sr. Juez  y testigos y todo ello como secretario certifico.

 

Como consecuencia de este enterramiento, debió de armarse tal marimorena que durante cincuenta y cuatro años los enterramientos se hicieron de forma poco corriente. Como creo que queda bien aclarado en lo que transcribo a continuación, no necesita explicaciones.

 

                                   “Decreto”

En Zamora a diez de noviembre de noviembre de mil novecientos cincuenta y seis. Visto el escrito conjunto que nos ha  dirigido el reverendo cura párroco de Alcañices  y el Sr. Alcalde de la misma Villa  en el cual Nos manifiestan:1º) Que con fecha 26 de julio de 1904 se dictó por Nuestro predecesor Don Luis Felipe Ortiz  un decreto en el cual se declaraba en entredicho el cementerio de Alcañices, como sentencia por haberse inhumado  indebidamente el cadáver de  Francisco Oterino, pecador público, cuyo enterramiento se impuso con violencia por la autoridad civil de dicha Villa; visto asimismo  que se han cumplido los mandatos del Prelado Nuestro predecesor; a saber: que se han enterrado los fieles sin canto , sin toque de campanas  y bendiciendo cada sepultura en particular---------------------------------------------------------

Resultando que hechas averiguaciones oportunas no se puede averiguar con certeza, ni que hayan sido exhumados dichos restos de Francisco Oterino, pero que por otra parte no se halla el lugar fijo de su enterramiento, ni hallar dichos restos fácilmente-------------------------------------------------------------Considerando que el Sr. Alcalde de dicha villa como representante de municipio al par que como protesta del atropello llevado entonces  a cabo  por la autoridad civil, solicita también que se normalice la situación del cementerio católico de Alcañices------------------------------------------------Por tanto, usando de nuestras facultades levantamos el entredicho  dictado por Nuestro predecesor y mandamos que se haga bendición solemne de todo el cementerio, y puedan seguidamente hacerse  las  inhumaciones con los ritos y solemnidades  de la Santa Iglesia. Así lo decretó, proveyó y firma S.E. Reverendísima de que como Secretario certifico.- Firmado,  Obispo de Zamora .Rubricado. Por mandato de S.E. Rvisma  el Obispo  mi señor-------Dr. David de las Heras.- Canciller Srio.  Rubricado.

 

 

Como consecuencia:

 

Acta de reconciliación del cementerio de esta Villa.

En Alcañices a dieciocho de noviembre de mil novecientos cincuenta y seis, yo D. Félix  Manteca Manteca, Cura  Párroco y Arcipreste de Alcañices , delegado del Sr. Obispo, procedí ante las autoridades de esta Villa y una numerosa concurrencia de fieles, asistido del Sr. Coadjutor a la reconciliación litúrgica  de este Cementerio Municipal observando lo prescrito en el Ritual Romano, según se me ordena en el Decreto que a continuación se transcribe (b)y cuyo original se custodia en este archivo parroquial. Y para que conste extiendo la presente que firman conmigo en calidad de testigos  el Sr. Coadjutor y el Sr. Alcalde, fecha ut supra

Félix Manteca  ----   Amador Martín  ----Darío Calvo

 

(ª) Entredicho: acepción 3ª del diccionario de la RAE “Censura eclesiástica por la que se prohíbe a ciertas personas o en determinados lugares el uso de los divinos oficios, la administración y recepción de algunos sacramentos y la sepultura eclesiástica”.   

(b) Aunque dice que “a continuación se transcribe” en este caso lo he hecho antes.

P.D. Albañil en francés es maçon. Sería esa la razón de todo el lío.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Paseos



Están realizando en el cementerio de Alcañices la búsqueda de los restos mortales de Aquilino Rodríguez, nacido en Matellanes, que fue asesinado a los pocos días del levantamiento por parte del ejército, golpe de estado, contra el gobierno de la republica el 18 de julio de 1936. Por aquellas mismas fechas y, según cuentan, en el mismo lugar, también fueron ejecutados: Rafael Sassot, Laurentino Mata, Félix Prieto y Antonio Fagundez, enterrados todos en ese cementerio.

Aquilino Rodríguez era agricultor y padre de Anastasio y de Gil, muy populares en la villa, sobre todo el primero, para la gente de mi generación y anteriores, por las casi diarias visitas que hacía y por ser una persona abierta, siempre dispuesta a la conversación. La vida de Anastasio merece  una novela por la gran cantidad de episodios que le tocó vivir. Sería  un  éxito seguro como novela de aventuras y todos creeríamos que era de ficción. Unos chavales del colegio Virgen de la Salud (no recuerdo sus nombres, cosa que me gustaría para nombrarlos aquí), coordinados  por el director, escribieron  un relato sobre él que merece ser leído, no solo por lo que cuentan, sino también por lo bien escrito que está. Seria  muy bueno que ampliaran la investigación y nos  dieran a conocer todas las facetas del personaje.  Desde aquí los animo.

Laurentino Mata era conductor del coche de línea a Zamora. De   Félix y de Antonio desconozco su actividad. Ninguno de los tres era originario de Alcañices. Tampoco lo era Rafael Sassot, del que me voy a ocupar a continuación.

Rafael Sassot Vives era a la sazón administrador de la aduana de Alcañices. Catalán, padre de dos hijos, divorciado y, según me lo ha descrito mi informante: “muy querido por quienes le trataban, simpático, elegante, de trato afable, conocedor del mundo, gran viajero, culto, gran lector y  gran bebedor de cerveza. Daba dinero para los pobres a través Agustín Bernardino Amor, cura párroco y ropa y calzado por mano de la esposa del portero de la aduana. Vivía en la fonda de Manuel Gallego (en la casa donde ahora está el bar de Germán). Poseía una buena colección de libros entre los que se encontraban autores como: Kant, Unamuno, Hegel, Descartes, Voltaire, Santo Tomás, San Agustín y Santa Teresa y otros según comprobaron cuando recogieron su habitación. Buen  conversador, exteriorizaba sus conocimientos  en las tertulias del casino y casa Barros, de la que era asiduo, siempre remojando el gaznate con cerveza”. Contaba mi abuelo que en el pozo que hay en la casa, de las neveras ni se había oído hablar, siempre había una caja de cerveza a refrescar exclusivamente para él.

Era afín al partido socialista y escribía a veces en el periódico de Zamora de tendencia izquierdista “La Tarde” donde exponía sus ideales y opinaba sobre la actualidad del país.

El 16 de julio de 1936, cuando los rumores sobre un alzamiento militar eran muy fuertes, se encontraba junto a algunos amigos, en la antesala del despacho del gobernador civil de Zamora a donde llegaron, entre otros,  el presidente de la diputación el alcalde y Ángel Galarza, para avisar de la inminencia del golpe y tomar decisiones al respecto. Se cuenta que Galarza, diputado en cortes, que había sido director general de seguridad estaba al corriente de la situación y pasó por Alcañices el 18 para huir a Portugal. Poco después regresó por Badajoz y fue nombrado ministro de gobernación por Azaña.

En la aduana trabajaba de administrativo y era jefe local de falange, Salvador Montejo Moreno, quien, según contaron fue el instigador del asesinato del Sr. Sassot aunque no fue quien apretó el gatillo. Para hacerlo llego desde Zamora el funcionario de Correos Martín Mariscal (quien también asesino, entre otros muchos, a Amparo Barragán, esposa del escritor Ramón J. Sender). Llegado el tal Mariscal a Alcañices, se alojó en la fonda del Sr. Gallego quien, enterado de la misión que el tal traía, le informó de la personalidad de Sassot y  de su relación con la gente del pueblo y el tal no se atrevió a llevar a cabo el encargo. Volvió para Zamora y comisionó a un tal Amaro, del pueblo de Riofrío, dicen, y a otro, de quien desconozco el nombre, para realizar la hazaña.

Así relata mi informante los hechos:

“A don Rafael le sacaron de la cama, pues trasnochaba mucho leyendo hasta altas horas, y entre  los dos falangistas citados le llevaron al cementerio pasando por la plaza  hacia las 11 de la mañana. Se rumoreo que le llevaban para tener un careo con no sé  quién. Fue el 13 de septiembre de 1936. Por cierto que Manolita Calvo debió de ser la última persona  que habló con él al encontrarla frente al comercio de la Doloricas. Se cuentan horrores de cómo lo mataron por un fallo en las pistolas o por nerviosismo. Los que le dieron tierra estaban impresionados por el destrozo que tenía en el rostro. Esto te lo facilito como rumor pues era tal la atmosfera que se respiraba en el pueblo que se desorbitaban los hechos con facilidad”.
No hubo ningún paseado  originario de Alcañices, gracias a la personalidad y buena gestión del alcalde Don Santiago Prieto, pero si hubo represaliados: casi todos los miembros de la gestora del ayuntamiento, el maestro D. Emeterio Cabrera, muy querido y recordado por sus alumnos y varios más. Famosos por asesinatos y atropellos cometidos si hubo nacidos aquí. Uno de ellos se atrevió a volver en unas fiestas, lo cogió una vaca, le dio una vuelta colgado de un cuerno por el cinturón y toda la gente gritaba: “mátalo, mátalo, mátalo” se le rompió el cinto, cayó al suelo, nadie le auxilió, arrastrándose salió por entre los carros entre voces de: asesino, asesino. Desapareció y de él jamás se supo. Se llamaba PITITIS