miércoles, 26 de febrero de 2025

El contrabando

Dedicarse al contrabando -a la Raya- nunca se ha visto en Alcañices como algo ilegal. Bueno, quizás ilegal sí pero no como algo ilegitimo. Quien más, quien menos, en alguna ocasión hemos participado en este comercio (recuerdo que alguna vez el inefable Barré me decía: he podado en el prado de Las Urrietas unos robles y entre las ramas dejé el fardo, mañana trae el carro y debajo de la leña lo llevamos). 

Desde una navaja de Malhadas o de Palaçoulo hasta un televisor de color o una cubertería, cuando en España -o “en este país” como dicen ahora los políticos- estaban muy caros los pasábamos de Portugal. Alguna ventaja tiene que tener la cercanía. 

Pienso que esta actividad se viene haciendo desde el año 1125, o sea, desde que Portugal es una nación.  Cuando de un lado de la Raya tenían cosas que en el otro lado no había o eran escasas y más caras, se traían del otro y a vivir. En los años del hambre después de la guerra para allá se llevaban, entre otras cosas, cortes de pana para hacer chaquetas y pantalones y se traía pan, café, azúcar, jabón, salvados y otras muchas cosas que aquí no había. Cómo no acordarse de la época del cornezuelo de centeno que se llevaba a sacos y pagaban -decían- muy bien del otro lado. Parece ser que allí sacaban de él diversas drogas. A quienes no hacia tanta gracia el cornezuelo era a los agricultores; primero, porqué es un parásito que daña las espigas y daba menos granos y, segundo, que quienes lo cogían les dejaban las tierras pisoteadas dejando muy difícil la siega.

Ni en los tiempos de la mas extremada vigilancia se dejó de ejercer la actividad; Y todo eso hasta que entramos en la Comunidad Europea y se liberalizó el paso de productos. También hubo épocas de libre comercio en las que sin trabas legales se pasaba ganado vacuno desde Portugal, de ahí viene la semejanza de la raza mirandesa con la alistana. Este comercio de ganado siguió hasta en tiempos de prohibición anteriores a la guerra. Mítico era Antonio Gago “Porrón” o, mejor dicho, su caballo que algún tiempo se dedicó a pasar ganado y los carabineros le tenían miedo pues no se arredraba ante nada y si corría riesgo de que lo cogieran, los arrollaba. 

La convivencia de las gentes de Tras Os Monte con los alistanos siempre fue cordial. Había matrimonios entre personas de ambos lados y mucho compadrazgo (apadrinamientos). La Raya nunca fue un muro. Incluso en los tiempos en los que el paso de un país a otro era, o lo hacían, poco menos que imposible, decían los portugueses que vivíamos “espaldas viradas”, siempre se supo encontrar un hueco para proseguir la relación.  

Hay una carta del siglo XVIII o de principios del XIX, no la tengo a mano ahora por tanto cito de memoria, en la que el alcalde de Alcañices le pide al Gobernador de Zamora que deje en libertad a un pastor de Cicouro que cogieron los guardias pastoreando su ganado en el término de Moveros, manifestándole que: “Es costumbre secular que los ganados de ambos lados de la frontera puedan pasar a pastar al otro país hasta una distancia de cinco kilómetros, por tanto que libere al pastor y al ganado, pues no ha contravenido ninguna norma”. La carta es más larga, justifica la petición y la razona.

Don Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales, concretamente en el capítulo X del titulado Napoleón en Chamartín escribe: 

“Eso no debe apesadumbrarte Majo Milla -dijo Mano de Mortero- que es de personas cabales el pasar la vista por los Farallones, y testigo soy yo que, aunque no fui allá por el aquel de ninguna sangría mal dada, como tú, echarme dos años por mor de un paseo a caballo en compañía de cuarenta quintales de hilo de patente, con su London y todo, que metí allá por los Alcañices”.

Como decía al principio el contrabando entre Tras Os Montes y Aliste, pero sobre todo por Alcañices, ha quedado reflejado en libros de varios autores. En los años 40 del siglo pasado en Madrid se hizo popular esta coplilla:

“Si Candelas (Luis) hoy viviera
tan triste fin no tuviera (lo ahorcaron)
porque el estraperlo hoy día
da fama y categoría”.

En esta copla se utiliza estraperlo como sinónimo de contrabando pero creo que no significan exactamente lo mismo, además de tener distintos orígenes. Contrabando es, entre otras cosas, introducir ilegalmente en un país mercancías sin pasar por la aduana, por tanto, sin pagar los impuestos fijados para la importación. Y estraperlo es un acrónimo que viene del nombre de los holandeses Strauss y Perlowitz que en algunos casinos españoles instalaron unas ruletas trucadas, allá cuando la segunda república, que ha pasado a utilizarse para definir el comercio ilegal de productos dentro del país. El escandalo que se formó con el descubrimiento del timo le costó la presidencia del gobierno a Alejandro Lerroux, que había firmado la autorización para la instalación de la ruleta a cambio de recibir el 25% de los beneficios. 

Hace ya varios años que se vienen realizando desde Avelanoso y/o Sâo Martinho hacia Alcañices, alternativamente unas veces son de acá para allá y otras “vicelaversa”, anualmente unas rutas a pie denominadas del Contrabando y el Estraperlo. Tienen mucho éxito y a ellas acude mucha gente desde los tres lugares. Siempre acaban en una merienda de convivencia que bien merece la pena celebrar. Creo que fue la primera, salió de Avelanoso, y fue muy divertida. Los guías eran del pueblo de partida pero no habían sido contrabandistas aunque sí descendientes de ellos, se equivocaron de camino, la ruta se hizo de noche y no conocían el Carril de las Lecheras. Nos perdimos y estuvimos mucho tiempo deambulando entre jaras y pinos de la sierra de Bruñosinos. QUE NO SE PIERDAN, y en este caso me refiero a que no se dejen de celebrar estas deportivas convivencias.

En el asunto del contrabando nunca ha faltado el ingenio. En alguno de estos relatos he contado lo del perro que Cubanito tenía para detectar la presencia de carabineros. En la frontera de Irún en los años 40, un albañil que trabajaba en Francia, de vuelta del trabajo pasaba todas las tardes el puente en una bicicleta llevando en el trasportín un saquito con arena. Los guardias examinaban la arena creyendo que envuelto en ella había algún producto con el que negociaba. Le tiraban la arena, la llevaban al laboratorio, la inspeccionaban de mil maneras, pero nunca encontraron nada inquietante, solo arena. Pasó el tiempo, el albañil y los guardias se jubilaron y un día uno de ellos se encontró con el de la bicicleta. El guardia, que no se le había olvidado el asunto, se acercó al albañil y para aclarar el misterio de la arena y la bicicleta le preguntó: “Vamos a ver, ahora que ya no puedo hacerte nada, por favor, cuéntame ¿qué demonios es lo que pasabas entre la arena?”. El albañil le contestó: “La arena era solo un señuelo para despistar y que no vieran la realidad, lo que realmente pasaba eran bicicletas.” 

En la Villa fue muy importante el comercio que se hacía pasando la Raya. Directa o indirectamente mucha era la dependencia económica que gran parte de sus habitantes tenían de esta actividad. Creo que debemos un reconocimiento a todos los que a ella se dedicaban y que antes de que nos olvidemos de ellos Alcañices haga algo para su futuro recuerdo. Las autoridades locales tienen la palabra.