Viéndolo en la actualidad es difícil imaginar como fue y lo que
representó el castro del Pedroso. Ya desde
la invasión romana, ha sufrido un progresivo proceso de deterioro y destrucción
que se aceleró cuando la construcción del primer puente internacional sobre el
río Manzanas, al que fueron a parar muchas de las piedras de la muralla que
protegía el castro. Ocasión en la que, además, se
obstruyeron los accesos a las cuevas y túneles. Muchas son las
historias de ovejas, perros y otros animales que habiéndose internado en el recinto
desaparecían y a pesar de la minuciosa búsqueda que hacían
sus dueños, no fueron encontrados pero que, pasado un tiempo,
aparecían misteriosamente en lugares muy lejanos retornando
posteriormente a la casa de sus dueños. Todavía quedan grietas que permiten el
acceso a algunas cuevas y, se cuenta, que durante mucho tiempo fueron sitio de
paso y refugio de contrabandistas por las que desaparecían, burlando a
los guardias perseguidores, que quedaban perplejos y turbados.
Todas estas leyendas vienen desde tiempos inmemoriales, cuando nuestros
antepasados los zoelas, en las luchas que tuvieron por su independencia contra
los romanos, vivían en los castros y estos eran lugares de defensa. No
hay que olvidar que los zoelas era un pueblo astur, y que los romanos
guerrearon durante muchos años contra cántabros y astures sin poderlos
doblegar. Qué pena que no hayamos tenido un Uderzo y un Coscinny que hubieran
cantado las hazañas de nuestros irreductibles alistanos. Hasta el mismísimo
Julio Cesar -miliario de San Vitero dixit- visitó estas tierras y, como
ni él fue capaz de derrotar a los indígenas alistanos, los romanos hubieron de
firmar un tratado de “Hospicium y clientelae” para tener la fiesta
en paz. ¡Que somos poca cosa los alistanos¡
En aquellos tiempos, en lo que hoy conocemos como Aliste y Tras-Os-Montes,
había muchos castros en los que los indígenas se organizaban para defenderse de
las invasiones. Estaban tan bien construidos que algunos llegaron hasta la
época de las correrías de los bárbaros, fundamentalmente de los alanos, que,
haciendo honor a su nombre, destruyeron los pocos que quedaban en pie desde la
romanización.
Cuenta
la leyenda que muchos de esos castros se comunicaban por túneles loEl monte
del Pedroso
El Pedroso es el monte mas mítico de Aliste en el que existe un castro que
es uno de los más extensos e inexplorados de los existentes en la comarca.
Tiene una altitud de 765 metros y una extensión de unos 3 km2. En la
cima, llamada la Plaina, había una torre de vigilancia de siete metros de
diámetro y considerable altura, desde la que se avistaba una gran extensión de
terreno. Estaba circundado por una muralla que protegía a la población que
residía en las viviendas que había en su interior, en un recinto de más de
ciento cincuenta metros de longitud. El monte estaba perforado por cuevas y
túneles que facilitaban el ocultamiento y el traslado de los habitantes del
poblado. En esas cuevas y túneles realizaban ritos, ofrendas y sacrificios, y
todavía en el Santuario se pueden ver pinturas esquemáticas y se han encontrado
puntas de flecha y hachas de piedra pulimentada. Al castro se
accedía por una puerta de embudo que hacía muy difícil que pudieran penetrar
enemigos o gentes que no fueran bien recibidas por los de dentro.
Viéndolo en la actualidad es difícil imaginar como fue y lo que
representó el castro del Pedroso. Desde la invasión romana ha sufrido un
progresivo proceso de deterioro y destrucción que se aceleró cuando la
construcción del primer puente internacional sobre el río Manzanas, al que
fueron a parar muchas de las piedras de la muralla que protegía el castro.
Ocasión en la que, además, se obstruyeron los accesos a
las cuevas y túneles. Muchas son las historias de ovejas, perros y otros animales
que se habiéndose internado en el recinto desaparecían y a pesar de la
minuciosa búsqueda que hacían sus dueños, no fueron
encontrados pero, que pasado un tiempo, aparecían misteriosamente
en lugares muy lejanos retornando posteriormente a casa de sus dueños.
Todavía quedan grietas que permiten el acceso a algunas cuevas, y se cuenta que
durante mucho tiempo fueron sitio de paso y refugio de contrabandistas
por las que desaparecían, burlando a los guardias perseguidores, que quedaban
perplejos y turbados.
Todas estas leyendas vienen desde tiempos inmemoriales, cuando nuestros
antepasados los zoelas, en las luchas que tuvieron por su independencia contra
los romanos, vivían en los castros y estos eran lugares de defensa. No
hay que olvidar que los zoelas era un pueblo astur, y que los romanos
guerrearon durante muchos años contra cántabros y astures sin poderlos
doblegar. Qué pena que no haya habido un Uderzo y un Coscinny que hubieran
cantado las hazañas de nuestros irreductibles alistanos. Hasta el
mismísimo Julio Cesar, miliario de San Vitero dixit, visitó estas tierras
y, como ni él fue capaz de derrotar a los indígenas alistanos, los romanos
hubieron de firmar un tratado de “Hospicium y clientelae” para
tener la fiesta en paz. ¡Que somos poca cosa los alistanos¡
En aquellos tiempos, en lo que hoy conocemos como Aliste y Tras-Os-Montes,
había muchos castros en los que los indígenas se organizaban para defenderse de
las invasiones. Estaban tan bien construidos que algunos llegaron hasta la
época de las correrías de los bárbaros, fundamentalmente de los alanos, que,
haciendo honor a su nombre, destruyeron los pocos que quedaban en pie desde la
romanización.
Cuenta la leyenda que muchos de esos castros se comunicaban por túneles lo
que facilitaba el traslado de sus habitantes cuando era necesario. Ocasiones ha
habido en las que los agricultores, cultivando huertas o tierras, han
encontrado utensilios, lápidas, estelas y otras cosas, (mucho se ha hablado
de las llares de oro y monedas del Castríco de Rabanales) y que, en alguna
ocasión, se han hundido en un cueva, aparecida repentinamente, vacas y arador.
Arausa y Turian, eran dos mozos zoelas arriscados y empurrisquinos,
que no querían estar sometidos a los romanos, quienes no sólo pretendían
dominarlos sino que intentaban que les pagasen impuestos,
oprimirlos y ser dueños de vidas y haciendas. Ellos fueron quienes organizaron
guerrillas con la gente de la comarca y eran tan eficaces en la pelea que Cesar
hubo de venir a mandar a sus tropas pero ni aún él pudo someter a gente
tan peleona y conocedora de la tierra. Así que para que no figurara el baldón
de vencido en su currículo, Cesar, pretextando que en Roma tenía que
resolver cosas de mucha importancia, se las piró y dejó a Galba encargado
del asunto ya que a este le atribuyan experiencia por haber engañado a
los lusitanos que asesinaron a Viriato.
Nuestros antepasados volvían locos a los romanos. Tan pronto les atacaban
en la sierra de la Culebra como en la del Marâo, en Villalcampo o en Castro
Avelâs, en Rabanales o en la ribera alta del Manzanas donde, en los fornos que
había en las márgenes del río, hacían y templaban las armas que utilizaban en
las batallas. Los zoelas eran como los cucos, en un nido cantaban y en
otro ponían los huevos, en un lado aparecían y alaciaban y atacaban por
otro. Y los romanos tampoco aquí encontraron a Minuros, Audax o Ditalcos que
traicionaran a sus líderes. Como mal menor consiguieron un tratado que
les garantizaba la convivencia en paz, pero que les exigía tratar a los
alistanos como ciudadanos romanos. Los seguidores, que eran todos, de Arausa y
Turian, conocían cuevas, túneles y pasadizos y se movían por
ellos como por su casa, nunca mejor dicho. Nosotros, descendientes ignorantes,
ya no sabemos movernos por esta tierra con la soltura que ellos lo hacían, sólo
sabemos hacerlo por carreteras que además están como están
Aunque hemos oído decir, como comentaba mas
arriba, que alguna vez una oveja, un perro o una vaca metiéndose en una
espesura desaparecieron y fueron encontrados en territorios lejanos y que
existen comunicaciones subterráneas con localidades del otro lado de la
raya, nunca lo hemos tomado en serio. Creemos que son leyendas, pero estas no
son más que la pura realidad. Todo eso lo sabían muy bien quienes se dedicaban
al noble oficio del contrabando, pero ese gremio siempre ha sabido
guardar el secreto. Les iba la vida en elloFELIZ AÑO
Jesús Barros