El próximo 12 de septiembre se cumplen setecientos veinticinco años de la firma del acuerdo que ha pasado a la historia como la Concordia o Tratado de Alcañices. Dicho acontecimiento se formalizó en la fortificada villa de Alcañiças en 1297, negociado por la alta nobleza y firmado por los reyes de Castilla Fernando IV (por el que ejercía como regente su madre María de Molina, ya que Fernando tenía solamente 12 años) y de Portugal Dinis I. En ese acto pactaron, entre otras cosas: la ratificación de compromisos matrimoniales, la defensa y protección de sus reinos frente a terceros, cesión de tropas por parte de D. Dinis e intercambio de territorios, varios de los cuales ya pertenecían de facto al otro; lo que conllevó la delimitación territorial, el establecimiento de la frontera, entre uno y otro reino. Circunstancia que, con escasas variantes, sigue vigente en la actualidad.
Ambos monarcas vinieron acompañados por la nobleza y la alta curia de sus respectivos reinos. Probablemente en ese tiempo la villa fue una de las localidades de Castilla que más gente albergaba. La presencia del rey hizo que Alcañiças fuera durante esos días, todo un mes, como la capital del reino. Al ser la corte itinerante, donde estaba el monarca estaba la capitalidad. Los Templarios, con el maestre de Castilla Rodrigo Yáñez a la cabeza, orden a la que en varias ocasiones distintos reyes habían concedido y confirmado el señorío de Alcañices, ejercieron de anfitriones.