miércoles, 27 de abril de 2022

El Tratado de Alcañices

El próximo 12 de septiembre se cumplen setecientos veinticinco  años de la firma del acuerdo  que ha pasado a la historia como la Concordia o Tratado de Alcañices. Dicho acontecimiento se formalizó en la fortificada villa de Alcañiças en 1297, negociado por la alta nobleza y firmado por los reyes de Castilla Fernando IV (por el que ejercía como regente su madre María de  Molina, ya que Fernando tenía solamente 12 años) y  de Portugal Dinis I.  En ese acto pactaron, entre otras cosas: la ratificación de compromisos matrimoniales, la defensa y protección de sus reinos frente a terceros, cesión de tropas por parte de D. Dinis e intercambio de territorios, varios de los cuales ya pertenecían de facto al otro; lo que conllevó   la delimitación territorial, el establecimiento de la frontera, entre uno y otro reino. Circunstancia  que, con escasas variantes, sigue vigente en la actualidad. 


 Ambos monarcas vinieron acompañados   por la nobleza y la alta curia de sus respectivos reinos. Probablemente en ese tiempo la villa fue una de las localidades de Castilla que  más gente albergaba. La presencia del rey  hizo  que Alcañiças fuera  durante esos días, todo un mes,   como la capital del reino. Al ser la corte itinerante, donde estaba el monarca estaba la capitalidad. Los Templarios, con el maestre de Castilla Rodrigo Yáñez a la cabeza, orden a la que en varias ocasiones distintos reyes habían concedido y confirmado el señorío de Alcañices, ejercieron de  anfitriones.


En 1997 se celebró con mucho fasto el 7º centenario. Vinieron al suceso: el presidente de la República Portuguesa Jorge Sampaio, el Rey Juan Carlos I, la ministra de cultura Esperanza Aguirre, el presidente de Castilla y León Juan José Lucas, consejeros, procuradores, diputados, senadores, presidentes de diputaciones, diputados, alcaldes, en fin, políticos de todas las categorías, etc.  etc. etc. O sea,  que no faltó nadie para llenar  la foto.


En el plan lúdico la cosa tampoco fue manca. Tres Carlos famosos: Do Carmo, Núñez y Montero. El primero, fadista, el mejor que ha habido; el segundo, gaitero que venía de grabar discos con la filarmónica de Londres; y  el tercero, cantor de tangos, el que mejor ha cantado Siglo XX cambalache, casi a la altura de Gardel. Hubo más artistas que actuaron en esa celebración, pero sería cansina la enumeración. Conferencias y otro tipo de cosas aburridas, no recuerdo. 

Y de todo eso,  ¿quedó algo en Alcañices que lo recuerde o que merezca la pena? Tan desconocido era el Tratado antes de la celebración del centenario con estos fastos como lo es ahora. ¿Alguien explica, intenta conseguir un facsímil o menciona algo sobre el Tratado p.e. en  los centros de enseñanza: colegio o instituto que hay en la Villa?. Me temo que no. Aunque en Portugal Alcañices es conocido por este hecho, aquí, en el lugar donde se realizó, es como si no hubiera existido. Ni histórica, ni cultural ni lúdicamente  se realiza acto alguno que lo mencione. 

Bueno, perdón. De la celebración del 7º centenario quedó un  monumento o alegoría del escultor Coomonte, que pasa tan desapercibido como el Tratado. No es que  sea artísticamente malo, todo lo contrario; es que está en un sitio inadecuado que no existía en el tiempo de su realización (la iglesia de San Francisco la erigieron alrededor de 1550) y, además, esta medio tapado por los coches que aparcan a su alrededor. Lo que dejó la celebración que si merece mucho la pena es el libro El Tratado de Alcañices que, coordinado por José Sánchez Herrero, alcañiceño y catedrático a la sazón de la universidad de Sevilla, con trabajos de profesores portugueses y españoles, publicó la Fundación Alfonso Henriques. Absolutamente recomendable.


Creo que lo anterior, como dijo Pepe Isbert, alcalde de Villa del Rio, en 'Bienvenido Mister Marshall', debe una   explicación.


Alcañices es una villa rayana, antigua, con entidad, bien  conocida a ambos lados de la vaciada y vacía Raya y “capital” de la comarca alistana. Como tal debe erigirse como líder en la recuperación de la economía y mantenimiento de la población de los pueblos rayanos tanto portugueses como españoles. Para lo que, ubicado aquí, y aprovechando que aquí se hizo un tratado muy importante  para los dos países, y amparándose en ello, se debería crear una institución, fundación  o algo de ese tipo que impulse y propicie  la economía en ambos lados de la Raya. Pues, como escribió José Ortega y Gasset: Yo soy yo y mi circunstancia; y si no la salvo a ella, no me salvo yo.   Pues eso.


Jesús Barros Martín.


Pd. después de puesto este escrito en Leyendas Alistanas leo en facebook que el dos de mayo inauguran el auditorio  y le ponen el nombre de Tratado de Alcañices. Aplaudo la decisión.

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