Comienzo de la Calle de San Francisco desde la Plaza Mayor. (FOTOGRAFÍA: Daniel Ferreira) |
San Francisco supongo que es el nombre que lleva la calle desde la construcción de la iglesia y del convento de franciscanos que a mediados del S. XVI Francisco Enríquez de Almansa erigió en su honor. Yo tengo la teoría de que la hizo para salvar a su hija Ana que, acusada de hereje, no sufrió condena en el auto de Fe de Valladolid (Ver el Hereje de Miguel Delibes).
La calle dejó de llamarse así en la época de Franco y pasó a ser General Mola, aunque solo en la teoría. Los de Alcañices siempre la llamamos San Francisco. El cambio del nombre de las calles siempre ha pasado afortunadamente desapercibido, para la gente carecía de importancia. No somos mirados en eso, bueno, ni en nada. A la circunvalación me remito.
El Bar La Taberna tiene el nº 1 de la calle, aunque también tiene puerta a la Plaza. Por la plaza se accedía a la tienda de paños y telas, de la que eran dueños el matrimonio formado por Florentino Romero y Mariquita Corcovado. Por San Francisco se entraba al domicilio. Por la parte de detrás la casa tiene salida a la – innominada – calleja. Además de la tienda Florentino tenía una fábrica de velas, producto con mucha demanda entonces sobre todo por y para la iglesia, que estuvo en activo hasta los años 70. A Daniel le tocó hacer algunas. El matrimonio tuvo cuatro hijos Florentino, Carmen, Araceli y Daniel. Lucinda, portuguesa, atendió a la familia casi todo su vida. De los hijos solamente Daniel, casado con Josefa Calvo “Pipa”, permanece en Alcañices, estando al frente de la tienda hasta la jubilación. Sus hijos, Jesús “Ñupi” y Fernando abrieron el bar La Taberna. Jesús continúa atendiéndola.
En la siguiente casa tuvo farmacia Antonio Más Davó y su viuda, Teresa Romero, un estanco. De este matrimonio nacieron dos hijas, Teresa y Laura. Teresa se casó con Manuel Lorenzo Calvo y Laura con Crescencio, jefe de Correos de Alcañices durante mucho tiempo. Los primeros tuvieron a Manuel Antonio “Tonete”, Jesús “Canusco” y Miguel Ángel. En la casa pusieron el Registro de la Propiedad y la vivienda la ocupaba Manuel Martínez Rostán, oficial de registro, con Tránsito García Elvira, su esposa y los hijos: Rufo, Manolo, Miguel y Gonzalo. Cuando al Registro lo trasladaron para la casa de Cotoví, el edificio lo adquirieron Mercedes Santiago y Ángel López. Allí pusieron la churrería y un bar que tuvieron abierto hasta la jubilación de ambos. El inmueble tenía un patio en el que había un pozo con brocal al que rellenaron de escombros cuando fue adaptado para bar. Mercedes y Ángel residen en él.
¡Anda que no tiene nombres esta descripción, parece la lista de los Reyes Godos!
Después de la calleja, tenemos la casa que los de mi generación conocemos como la de Peñalosa. La fachada es bonita, tiene un pequeño porche con jambas y dintel de granito donde están grabadas las iniciales de quien la construyó. Vivió en ella un medico llamado Felipe con Hernandina, su esposa. También Manuel Muñoz y su mujer, hasta que se cambiaron a la casa donde ahora está el BBVA. José María Gabriel Peñalosa, abogado en Alcañices, de ascendencia del salmantino pueblo de Frades de la Sierra, y Francisca Corcovado vivieron en esta casa y tuvieron tres hijas, Mari Carmen, María Jesús y Mari Ángela. Peñalosa era amante de los canarios y los criaba en enormes jaulas en el patio que da a la vivienda salida a la calleja.
Estando estudiando en Zamora, Manuel Antonio “Tonete" y yo encontramos a la entrada del Cine Valderrey a Peñalosa y Paquita, su mujer. Nos dieron un duro a cada uno, la entrada costaba tres pesetas, desde aquel día todos los domingos Tonete y yo aparecíamos por el cine. A veces caía algo.
Peñalosa era sobrino del famoso poeta Gabriel y Galán. Su hermano Luis, Abogado del Estado, también hizo pinitos en el teatro y le gustaba hacer versos. Este se lo le dedicó a un amigo médico. “Dices que para vivir/ vicios no debo tener/ y tengo que prescindir/ de beber, fumar y joder./ Más, si tanto inconveniente/ suelen tener las pasiones/ dime¿ para qué cojones/ quiere la salud la gente.
A continuación había una casa, ahora totalmente reconstruida, que estaba dividida en dos. Su dueño era Paco Calvo, administrador de los bienes del Marqués. En la mitad más cercana a la plaza vivía el secretario del ayuntamiento y abogado Manuel Benjamín Sánchez casado con Herundina Bellido. A esta familia la llamaban “las golondrinas” posiblemente por asimilación de Herundina a hirondelle golondrina en francés y a "hirundínidos", especies de los vencejos y golondrinas. Ellos tuvieron a Raquel, Sarito, Pacita, María Luisa y Blanca y a los varones Fernando y Benjamín. Ninguno de sus descendientes figura en el padrón del pueblo.
Ocupó esta vivienda Lindo, un capitán de la Guardia Civil, con su familia. En ocasión, frecuente entonces, de que el ayuntamiento no tenía dinero o no quería que hubiera toros, se formó una comisión para recaudar fondos que no gustó al ayuntamiento. Lindo, no solo se puso de parte de la comisión, o en contra del ayuntamiento, sino que aportó mil pesetas. ¡Qué cosas!
Heredó la casa Aurora Calvo quien con su marido Argimiro, médico jubilado, vivió en ella los veranos que venían al pueblo.
En la otra parte de la casa estuvo mucho tiempo la confitería de Eleuterio. Allí el propietario ganó fama y dinero, hasta que sus hijas Lola y Amparo, casadas respectivamente con Emilio de Ceadea y Pedro de Matellanes, herederas del negocio, lo trasladaron a la Plaza, donde continua. Al quedar libre el local para el traslado la zapatería Eusebio Fernández “Pichi” que hasta ese momento estaba en el local donde puso Miguel Ángel el estanco. El apodo de Pichi se lo pusieron con ocasión de que en una fiesta se disfrazó de ese personaje, muy en boga entonces por el chotis que cantaba Celia Gámez. A Antonio, sobrino y heredero, un cliente trató de robarle un par de botas y no reaccionó a gusto de Eusebio, que era un poco cascarrabias aunque la fuerza se le iba por la boca, quien, reprendiendo al sobrino soltó: "mecagüental, si eso me lo hace a mí, lo tercio en el mostrador, cojo el martillo y le rompo el pecho”.
Antonio adquirió el edificio, y lo reconstruyo totalmente. Hoy la zapatería la administra su hijo José.
A continuación se encontraba la casa de Marciano Santiago y de su mujer Esperanza. Ellos fueron los padres de Esperanza, Agustina, Henar, Tomás y Marciano. Tomás se quedó ciego en la guerra civil por la explosión de una bomba. Tenía 19 años. Muy culto, hablaba perfectamente francés, tenía amplios conocimientos de muchas materias, era ameno conversador y esencialmente bueno. De francés dio clase a varias generaciones de estudiantes.
Marciano hijo, excelente pintor, hizo infinidad de dibujos del reloj y los repartió entre todos sus amigos. Es quien más ha contribuido a que la torre se haya convertido en el emblema de Alcañices. Tampoco de esta extensa familia queda nadie en la localidad.
En la parte baja que da a San Francisco, tenían un café al que asistía abundante clientela. Cerró en los alrededores del 36, no sé si antes o después. En el lugar del café el Banco Español de Crédito abrió una sucursal en la empezaron sus trabajos en banca varios jóvenes de la Villa. El edificio lo adquirió Manuel Méndez, de Nuez de Aliste, edificó viviendas y oficinas y en el bajo su hija puso una tienda. En la actualidad hay un estanco que además de tabaco tiene oferta de la variedad de cosas que se venden en estos establecimientos.
El edificio contiguo era de Francisco Alonso “Faico”, tratante de ganado en la época en la que un acuerdo con Portugal permitía adquirirlo e importarlo desde ese país. En Alcañices, Faico y los Muñoces se dedicaban al trato de ganado. Como dice el dicho: "¿Quién es tu enemigo? El de tu oficio". Y estos eran, como quedó demostrado y nunca mejor dicho, enemigos a muerte. Un 15 de agosto, día de espanto de toros, Enrique Muñoz se despidió de su familia a la puerta de su casa, montó en el caballo y en las inmediaciones de las Tenerías le pego un tiro a Faico que murió al instante. Enrique picó espuelas y se fue para Portugal en donde vivió hasta que logró irse para Brasil. Emilio Alonso, hijo de Francisco, heredó la casa y años después matrimonió con Pilar Rodríguez “la Santa”, que así se llamaba aunque tenía su genio. Ellos tuvieron a Zulema, Paco, Tina, Sagrario, Manoli y Rocío. De esta familia tampoco queda nadie en el pueblo.
En esta casa vivió algún tiempo don Federico, maestro nacional, con su familia. Un nieto suyo, hijo de José María, publicó en la revista de una caja vasca en la que trabajaba la receta del arroz a la alistana. Los zamoranos le cambiaron el nombre por “a la zamorana” y se apoderaron de ella. Adquirió la casa Tomás Carrión, cartero de Villarino tras la Sierra, y puso un bar. Nieves reformó el local y abrió el bar de nuevo, lo llama Enigma. ¿Un secreto o un homenaje a la máquina alemana de encriptar mensajes?
Esta casa pertenecía a la familia Prieto, no conocí a los ascendientes, solo a los cuatro hermanos que la formaban. Manuel, Gonzalo, Elvira y Mateo. Manuel, “Manolo cojito”, abogado de gran prestigio a quien recurrían preferentemente quienes tenían problemas legales que resolver. Gonzalo, policía en la comisaria de Alcañices, estaba casado con Celestina García y ambos fallecieron jóvenes. Tuvieron a Mari a Elvira y a Gonzalo. Mateo, funcionario de prisiones que ejercía en Madrid, venía en pocas ocasiones, aunque una vez jubilado pasó algún tiempo en el pueblo. Elvira siempre vivió en la casa compartiéndola con Manolo. Debía de tener fobia a los contagios, todo lo cogía con recelo, hasta el dinero. Cuando alguien rechazaba o ponía pegas para recibir algo, se le decía “eres más escrupulosa que la Elvirinchi”. La fachada de la casa estaba adornada con un clásico mirador, a mí me gustaba más que los de ahora.
El edificio lo adquirió Antonio Pachito. Está vacío.
Seguidamente había una casa estrecha, ahora incluida en la siguiente. allí tuvo sastrería Agustín Fernández, padre de Paula y Josefa, casadas respectivamente con Paulino García, fundador de La Alistana y con Antonio Alonso “Vilo”. Agustín, que sufrió serios problemas por pertenecer a la gestora del ayuntamiento en 1936, se trasladó a Zamora y abrió la Sastrería Monterrubio en la calle de Santa Clara, con la que tuvo mucho éxito
El último inmueble de este lado de la calle perteneció a Manuela y a su marido, un hijo del tío Celso, del que no recuerdo el nombre. Manuela “Menengues”, una vez viuda, se casó con Antonio “Mamu”, hijo de Honorio y de Consuelo, “la Churufa”. En la parte del inmueble que tiene fachada a la plaza del convento hubo una peluquería.
La casa anterior y esta fueron adquiridas por Manuela Calles y su marido Manuel Bartolomé, “Manolo el del Correo” y pusieron una tienda de comestibles. A Manolo el apodo le venía por el trabajo que desempeñaba como cobrador del autobús de la empresa el Noroeste Zamorano. Los autobuses de línea tenían la exclusiva con la obligación de transportar el correo. El Noroeste, en Zamora, tenía el garaje donde hoy está el edificio de la Delegación de la Junta de Castilla y León. Manolo formaba tándem con Inocencio conductor del autobús. El viaje de Alcañices a Zamora, tanto a la ida como a la vuelta, duraba dos horas, paraba en todos los pueblos para coger y dejar la correspondencia y en los que había bar la parada era algo más larga. No existían controles de alcoholemia.
Manuela fue pionera en las gasolineras en Aliste. Instaló el primer surtidor manual en la curva del convento, donde esta esa especie de rotonda triangular, y posteriormente la Estación de Servicio que hay ya en la carretera. Tuvieron dos hijos, Julián y Fernando. En el edificio ahora hay una tienda de muebles de cocina y baño. La dueña es de Nuez.
Pensaba que la calle me llevaría un relato, pero como resultaría largo dejo la otra acera para el siguiente. Me pongo a escribirlo.
*P. D: Me han avisado de un olvido imperdonable en el paseo por la calle del Hospital: no he hablado de la churrería de Vila ni de la peluquería de Alegrías. Lo corrijo inmediatamente.
Sería bueno que me comunicarais las omisiones y errores que haya en estos “paseos” todo contribuye a enriquecer el relato. Lo podéis hacer mediante comentarios al pie del relato o por cualquier otro medio. Gracias.
Jesús Barros Martín
Jesús Barros Martín
Gracias Jesús, por ayudarme a conocer mejor la historia de este gran pueblo en el que he vivido la mayor parte de mi vida y desconozco tanto. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarGloria, tu eres realmente mas de Alcañices que yo, a mi(como diría) Unamuno, ese gran salmantino de adopción,me nacieron aquí. Tu eres alcañizana por voluntad.
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