lunes, 4 de enero de 2021

Dentro la villa

Tiene este nombre porque fue el recinto amurallado donde nació la localidad medieval en la que se transformó el castro original que albergó a los zoelas más meridionales, primeros pobladores históricos que hubo en la villa, que se asentaron en el lugar que antes habitaron pueblos prehistóricos. Durante la edad moderna este recinto se quedó pequeño y la población se extendió por lo que entonces denominaban el arrabal: Plaza, Herradura, san Francisco, Castropete, Hospital, Labradores, etc. hasta conformar el Alcañices que hoy existe. 

Alcañiças, que así se llamó durante mucho tiempo la villa, fue visitado por reyes. P. e. Alfonso IX acompañado de su hijo Fernando, quien sería conocido como el Santo, en Agosto de MCCXII. Y aquí, durante todo el mes de setiembre de MCCXCVII, residieron: Fernando IV rey de Castilla, su madre Doña María de Molina, reina regente, y los reyes de Portugal Don Dinis y su esposa Isabel de Aragón con toda la nobleza portuguesa y castellana, así como todos los obispos de ambos reinos. Esta reunión acordó el tratado de fronteras entre ambos países conocido como Tratado de Alcañices. Mucha gente y de alta alcurnia, lo que demuestra que Alcañices era una población importante y con capacidad de hospedaje para que aquí se pudiera albergar tantos y durante tanto tiempo. 


PLAZA DE JOSÉ FERRERAS 
Adosada a la torre del Reloj, cubo para la defensa, donde se ubicaba la principal puerta de acceso al recinto amurallado, tenemos la casa de los del Río en la que vivían y tenían un almacén grande donde guardaban la lana que compraban a los ganaderos alistanos. Manuel, miembro de la familia, presumía de conocer por el tintineo de las esquilas si un rebaño estaba o no esquilado. Actualmente en la vivienda pasan grandes temporadas Mercedes Luelmo y los hijos que tuvo con Jesús del Río, su marido. En esta casa vivió durante mucho tiempo Francisco Crespo, celador de Telégrafos, con su esposa Adela Rodríguez y sus hijos: Pilar, Eduardo, Francisco y Félix. Eduardo y Félix, que manejaban con rapidez inusitada el aparato de transmitir en morse, fueron también funcionarios del cuerpo de Telégrafos. Cuando la familia Crespo-Rodríguez se trasladó a vivir a la calle de la Herradura, pasó a ocupar la vivienda Manuel del Rio con Doña Felicidad y Jesús, hijo de ambos. Manuel conducía uno de los taxis que había en el pueblo y Doña Felicidad era maestra de niñas en las escuelas del Portalón. 

En otro tiempo en el que, como ahora, no dejaban hacer los encierros de las fiestas por la carretera, se hacían por Dentro la Villa y el almacén de esta casa lo acondicionaban para que pudieran entrar los novillos. Un día entraron sin que los de dentro los citaran y a algunos nos tocó estar colgados de las vigas un buen rato. Que mal lo pasamos pero como nos reíamos y presumíamos después. En una de las bajadas de los novillos uno se entretuvo por la plaza y no acompañó a los compañeros. Pedro Campos “Cartola” cuando pasaron los primeros salió al medio de la calle creyendo que habían bajado todos, vino corriendo el novillo que se había quedado atrás y le pego una voltereta que lo elevó casi dos metros. La cogida no tuvo consecuencias graves pero quienes la vimos nos asustamos. Los maldicientes decían que lo había cogido por que no sabía contar. Las dos viviendas que hay a continuación pertenecen a las herederas de Ángel Fuentes Ratón y Tinuca Cruz. El Sr. Ángel, militar jubilado, vino a Alcañices como funcionario de la aduana y posteriormente tuvo un taxis. Era alistano de Rivas y Tinuca de Cantabria. 

En la casa lindante con los del Río vivió muchos años Luís García España “el Caral”. Allí nacieron los hijos que tuvo con sus tres esposas. De la primera, “la Pachita”, nació Santiago, que padecía una acusada cojera producida en el alzamiento del 36. Vivió mucho tiempo fuera. Con la segunda mujer, Jacoba “la Chata” tuvo a Adela y con la tercera, Clemencia, portuguesa de Malhadas, vinieron al mundo: María, Alfonsa, Luís, Antonio y Rosa. A todos estos, que debían de ser “los Carales”, apodo del Sr. Luís, se les conoce como “Pachitos” que era como se conocía a la primera mujer. Son curiosidades que tiene esto de la transmisión de los apodos. En la otra vivienda de los mismos propietarios vivió don Carlos, médico titular de Alcañices mucho tiempo, de quien se dice que fue el inventor de los Rayos X con vela. Contaban que con ese artilugio auscultaba a los portugueses que venían a su consulta. Seguro que eran fake news, pero lo decían. Carlos estaba casado con María Luisa, hija de don Ricardo, veterinario en la villa. Tenían dos niñas, y en su entorno se movían las hijas de este todas muy rubias y sofisticadas. El Sr. Ángel adquirió la casa y vivió en ella hasta que falleció. La siguiente casa es la que conocemos como la de "las Gerardas", hijas del Sr. Gerardo “Mañanes”, brigada de la Guardia civil, de raigambre alcañiceña, que tuvo una extensa familia, cuatro hijas y cinco hijos. Ellos, excepto Gerardo que fue fraile y Pepe “Gallito” que se fue por otros derroteros, Paco, Santiago y Luis fueron Guardia civiles. Ya mayores todos emigraron. Ellas: Antonia, Luz, Chon y Luisa, a Irún en compañía de los padres. Después de algún tiempo adquirieron esta casa y desde entonces, con sus cónyuges, descendientes y algún hermano, no han faltado ningún verano. Han sido las impulsadoras, ideólogas y mantenedoras de los actos culturales que se hacían en esta plaza los 16 de agosto. Como a todos, el tiempo va cobrando su peaje y se lleva capacidad, fuerza y vida. Sin su impulso y creatividad el 16 de agosto ha pasado a ser otra cosa. Pienso que les debemos un homenaje ya. 

Anteriormente en la casa vivió Doña Catalina “la Zapatilla” y su hija Lourdes. La madre regentaba una pensión y Lourdes era la encargada de Auxilio Social, institución que proporcionaba comida a necesitados. Cuando esto desapareció pusieron una expendeduría de lotería que, por cierto, repartió algunos premios sustanciosos. En la pensión se instalaba en sus estancias en Alcañices, su pueblo, Doña Catalina Manzano que fue quien regalo a la iglesia para que procesionaran en Semana Santa las imágenes del Nazareno, la Verónica y la Magdalena. Las imágenes llegaron en un camión de la Alistana junto a la variedad de mercancías que habitualmente transportaban. Una garrafa que contenía aguardiente se rompió y empapó con el espirituoso líquido las imágenes y a aguardiente estuvieron oliendo durante muchos años; hasta que le cambiaron los vestidos. La vivienda contigua era de Francisco Bermúdez “Quico el Ciro”, en la que vivía con una hija Petra “Pecla”. Tuvo otros hijos: Antonio, que murió en el frente de batalla en la guerra del 36 y Luis, “Alegrías” que fue peluquero en la Villa. Quico tenía retranca, unas expresiones “filosóficas” y muy sentencioso en sus dichos. Era un hombre viajado. Trabajó en la construcción del canal de Panamá, a donde fue en compañía de su hermano Antilo. En Nueva York, estando en Times Square le preguntó a Antilo: ¿Tú crees hermano que esta plaza es mayor que la de nuestro pueblo? Es que la distancia aumenta la perspectiva. Quico, ya mayor, iba todos los días al huerto de la Riberica, siempre lo tenía cuidadísimo. A Pecla se le daban muy bien los trabajos de la matanza ayudaba en muchas casas las labores relacionadas con esos menesteres. Sabía muchas historias, era dicharachera y amenizaba a la concurrencia. En la fachada de la casa todavía se puede leer “Peluquería Paqui” ya que allí tuvo su primera peluquería Paquita, nieta del Sr. Quico. La última vivienda que encontramos en esta acera es la casa del cura. Por cuestiones de edad conocí a todos los párrocos que hubo en la villa desde mediados los años cuarenta del S.XX. Me bautizó don Agustín Albarrán y me dio la primera comunión y me casó, aunque ya no estaba en Alcañices don Félix Manteca Manteca. 

Después de estos, todos los sacerdotes, excepto don Salvador, han estado poco tiempo en la Villa. La vivienda ha tenido, hace algún tiempo, un importante cambio tanto en la propiedad del mismo como en la forma. Era de propiedad privada, pertenecía a varias familias de la localidad y el cura pagaba la renta correspondiente. Recuerdo que mi abuelo Martín, quien supongo era el encargado de cobrarla, una vez al año le daba a mi abuelo Barros la parte que le correspondía que no debía de ser más allá de un par de riales. Entonces el edificio tenía planta baja y alta y la superficie que ocupaba era menor que la que tiene actualmente. En esta plaza se jugaba al frontón y era muy difícil sacar la pelota hasta la casa del cura, solo lo lograban los más fuertes. Ahora creo que lo puedo hacer hasta yo. Están restaurando los muros del huerto-jardín, la cueva bodega y el entorno. Quedará todo muy bien. 

Otro lado del triángulo que forma esta plaza comienza en el edificio donde nació José Ferreras Toro. José Ferreras nació en Alcañices en 1839: abogado, periodista y político liberal en el partido de Sagasta. Fue redactor de varios diarios y director de alguno. Como político fue gobernador civil de Salamanca, director general de Obras Públicas, Diputado en Cortes por Sort (Lérida), Puerto Rico, la Almunia de Doña Godina (Zaragoza), Madrid, Orense y Santa Clara (Cuba) y nombrado senador vitalicio en 1893. Periodista muy influyente, nombrado con frecuencia por Pérez Galdós en varias ocasiones, véase P.e. el episodio LA DE LOS TRISTES DESTINOS, quien decía de Ferreras que una crítica suya llevaba a la crisis a un gobierno. En esta casa vivieron muchos años Doña María Rodríguez y Ángel Álvarez “el Zamorano”. Doña María era maestra nacional y daba clase en la escuela de niñas. Todas sus alumnas la recuerdan con mucho cariño por la categoría humana, bondad y capacidad de transmitir conocimiento que poseía. Formó parte del mítico trio de maestras: Doña María, Doña Felicidad y Doña Benita que impartió conocimientos y educó a las generaciones de niñas en los años 40, 50 y 60 del S. XX. Ángel era maestro de obras y formó parte del equipo que construyó el edificio de la aduana. La vivienda en la actualidad es propiedad de María Silva quien con su marido Manuel González “Sisenando” la compraron a los anteriores propietarios y pusieron el bar: “María y Manolo”, que tuvo gran éxito y permaneció abierto hasta la jubilación de María. Manolo tenía vena poética, se le daba muy bien hacer pareados. Sentó cátedra en la subasta de las ofrendas que se hacían a san Antón. Al rincón que aquí existe se abre la puerta de entrada de la casa que fue de Atilano García Blanco y de su esposa Bibiana Martin, quien me parece que era de Arcillera. Hoy ocupa la vivienda una nieta de Atilano, hija de María y de Narciso Baladrón, casada con un hijo de Domingo Prieto “Negrín” y de Paquita. El lado del ángulo que conforma la plaza por esta parte la cierra lo cierra la vivienda que fue de los “Zopas”, familia formada por el matrimonio Alejandro García Blanco y Amalia y sus hijos Antonio y Paco. La casa es una edificación típica de labradores, con puerta de entrada a la vivienda y otra corralera que luce un magnifico dintel de granito en el que hay cincelada una cruz y otros adornos que la embellecen. El edificio actual es de nueva planta, está deshabitada y pertenece a María García. El tercer lado del triángulo empieza en la plaza del Reloj en la esquina de la vivienda de Amelia y Daniel. 

A continuación hay una puerta que da acceso a la vivienda de los herederos de Félix García “Merino” y a su esposa la señora María. Después de la de Adelita y Santi hay una entrada a lo que fue la Comandancia de la Guardia Civil, pero como tienen la entrada principal por la calle de la Obliga las dejo para cuando toque esa calle. El rincón que a modo de porche tiene la casa da paso a la que perteneció a Tomas Figueroa “Farrás o Farruco” que por esos apodos se le conocía, y a Adela García “la Chata”. El matrimonio tenía en el portal una carnicería en la que expendían la buenísima carne que proporcionaban las autóctonas vacas de raza alistana que había entonces. Farrás, persona con amplios conocimientos, había viajado, (el señor José Cotoví no llamaba a nadie ignorante, solo decía que no había viajado). Era amigo del torero Antonio Márquez y de Concha Piquer y asistió a las dos corridas de toros que Márquez organizó en Manzanal del Barco, de donde era originaria su familia, en 1932 y 1933. En la primera compartió cartel con el mexicano Jesús Solórzano y Paco Manzano y en la de 1933 con Vicente Barrera y Alfredo Corrochano. ¡Que no le oí veces contar la historia! A Tomás le hicieron una laringotomía siendo todavía joven, el primero de la Villa al que le hicieron esa cirugía. ¡Pero ni con eso dejó de hablar!. Tomás y Adela tuvieron una amplia descendencia. Adelita, la más pequeña de la familia, con su marido Santi Pérez continúa dando vida a la casa y al rincón. La casa siguiente pertenece a Paco Santiago Campos, viudo de Concepción Figueroa. Cuando Conce la heredó de su familia era una cuadra. La derribaron e hicieron la edificación actual. El matrimonio vivía en Guipúzcoa, uno de los hijos jugó al fútbol en el equipo de la Real Sociedad de San Sebastián. Perteneció la siguiente casa, y vivió en ella antes que a la familia Campos- García, a Santiago Losada “el Virolo”. Tenía la concesión del transporte del Correo y por tanto la exclusiva de viajeros de Zamora a Alcañices. El servicio lo efectuaba en diligencia. La casa de postas estaba en la venta de Cerezal donde realizaban el cambio de caballos. El último conductor de la diligencia fue Santiago Losada “Perero”, cuñado del “Virolo”, curiosa coincidencia de nombres y apellidos. El viejo edificio lo heredó de sus padres Pedro Campos García y tenía personalidad, si es que eso se puede decir de una casa. La fachada estaba enjalbegada de cal y lucía una gran y vieja parra que la cruzaba de una esquina a la otra y separaba las dos plantas de la casa. Hace muchos años que Pedro lo derribó y actualmente solo están levantadas las paredes y no tiene ni puertas ni ventanas. Pedro falleció y pertenece a su hermana María. 

Seguidamente hay una estrecha calleja que comunica con la calle de la Obliga. Creo que aquí acaba la plaza de Ferreras aunque continúan las edificaciones sin solución de continuidad. A partir de la calleja las calles no tienen nombre, todo está incluido en la denominación genérica de Dentro la Villa. Voy a seguir por este lado de la calle. Después de la calleja tenemos una edificación que pertenecía a Luis España, en la que vivió durante muchos años Mateo Pérez Barros “Mata burros” y su esposa, Francisca “Quica”. Se dedicaban a hacer gaseosas y sifones de agua de seltz en un local que tenían en los bajos de la comandancia de Carabineros, que repartían por los bares. Mateo era cofrade de la Vera Cruz y muy devoto de la Soledad. Se ocupaba de preparar el paso para la procesión del Viernes Santo y poner la batería para el mejor lucimiento de la imagen. Todos los años la noche del Viernes Santo, para la hora de la procesión, en la fachada ponía una cruz de madera con muchas bombillas. Hubo un tiempo en el que yo cantaba en latín el Stabat Mater durante la procesión y esta se paraba frente a la casa para, en homenaje a Mateo, cantar una estrofa. Luis España dejó la casa en usufructo a quien fue su eterna asistenta, Valentina do Ceo do Campo. Esta, a la muerte de Luis, se trasladó con su hija a la casa. Cuando se fue para la residencia, rápidamente los herederos del dueño vendieron la vivienda sin preocuparse de si Valentina quería volver. La casa la compró Adrián Pérez Faundez y en ella vive con su mujer, profesora en el Instituto, y sus hijos. Seguidamente estamos ante una casa donde empieza la calle de la Obliga con la que hace esquina. Mis recuerdos alcanzan, más o menos años 50, a la estancia en ella de Horacio, Socorro, su mujer y una sobrina, María Rosa. Horacio, policía de la secreta, era un superdotado para las matemáticas y tenía una retentiva increíble. Se le ponía en un papel una multiplicación de, pongamos un multiplicando de doce cifras y un multiplicador de tres, y con una simple ojeada escribía directamente el resultado. Con una sola lectura era capaz de recordar un listado de cien palabras numeradas, cualesquiera que fueran, y las decía por su orden o a la inversa y si le preguntabas por una te daba el número y si le dabas el número te decía la palabra. Todo eso entre dos vasos de vino. 

La casa la adquirió Leoncio Anta que vivió en ella con su familia y posteriormente se la compraron Mariano Hernández y Ana Mari Calvo. Mariano era un gran escritor y poeta, cualidades que solo eran superadas por su bonhomía ,tenía una facilidad asombrosa para repentizar rimas. Siempre fue activo participante en los actos culturales que se realizaban. Era salmantino de nacimiento pero alcañiceño por voluntad. Todos sus amigos le seguimos queriendo y añorando 

En una plazoleta que forma como un aparte de la calle, había una casa que pertenecía a Francisca Gago Fagundez, “la Santa”. En ella vivó Emilio Alonso “Machate” casado Pilar, hija de la dueña, hasta que se trasladaron a la calle san Francisco. Posteriormente la alquiló la familia de Samaniego Novo, teniente de la Guardia Civil, y Palmira, su mujer. Entre los hijos había dos gemelos que eran compañeros míos en la “academia” de doña Lola y Don Eladio, pero no recuerdo sus nombres. También en ella vivió otro motorista de la Guardia Civil que se llamaba Paco y su mujer Nieves, modista. Tenían dos hijos que se llamaban, que casualidad, Paco y Nievitas. El último inquilino fue la familia de Epifanio Pérez, alguacil del ayuntamiento durante muchos años, y Fructuosa Lorenzo, su mujer. José Luis Domínguez e Irene García la adquirieron y edificaron la que ahora existe. 

Dentro de una huerta que era del Sr. Félix “Merino”, su hija Luisa y Cesar García, su marido, hicieron un magnifico chalet en la finca que les permite el lujazo de tener una terraza sobre uno de los cubos de la muralla, el del Tío Cañona, con vistas a la “Talaya”, al Refoyo y a la ribera. Comenzando lo que se puede llamar una calle de este recinto, está la casa de Jesús Barros Gallego, que casado Pilar, de la vecina localidad de Rabanales, viven en ella desde la jubilación de él en la fábrica de coches Renault de Valladolid. Parte de la antigua casa pertenece a Josefa Barros donde tiene su vivienda. Allí vivió su abuelo Pablo a quien yo conocí al coincidir muchas veces cuidando las vacas en los prados de las Hurrietas. En la casa José Barros “Joseico” y Catalina, su esposa, criaron una gran familia de nueve hijos, cuatro chicas y cinco varones. Uno de ellos, José Pablo, se hizo un gran cocinero, fue chef del hotel Ercilla de Bilbao. Después se fue a México DF donde dirige uno de los restaurantes más prestigiosos del país. Tiene de clientes a presidentes de gobierno, artistas, toreros etc. Para José Pablo grabó el mariachi Vargas la Tourada de Alcañices, pasodoble que forma parte del repertorio de la Monumental plaza de toros de México y que, curiosamente, es la sintonía en México de un programa de deportes en la radio De ese casete José Pablo regaló al ayuntamiento quinientas copias. A continuación había una cuadra o corral que pertenecía a Sr. Sebastián Ramos. Hoy allí hay una vivienda que pertenece a alguno de los herederos de María Ramos, hija del Sr. Sebastián. Está deshabitada. El edificio siguiente perteneció a la familia de Agustín Anta, “el Cadete”, no recuerdo el nombre de su esposa aunque si del apellido, Barros. Tradicionalmente eran carniceros, tenían la expendeduría de carne en la plaza del reloj en el inmueble de los Turieles. Tuvieron dos hijas y dos hijos, estos Paco “Patito” y Antonio “Cadete”, (me gustaría conocer la norma que rige la forma y el porqué de cómo se heredan los apodos) continuaron siendo carniceros. El primero puso una carnicería en la calle de la Herradura y Antonio siguió en el mismo local que su padre. Al fallecimiento de sus padres la casa la heredó Irene Anta Barros y al morir esta la heredaron los sobrinos a quienes se la compró Sergio Rodríguez. Sergio quiere renovarla y me parece que está en espera del permiso de Patrimonio. A continuación, hasta el cementerio viejo, hay una serie de corralones de distintos dueños, entre otros de los herederos de Daniel García, de un hijo de Joseico, de Adela Figueroa y de más gente que vive por el barrio. 

Todos ellos son magníficas construcciones de piedra vista unida por masa de barro y en algún caso de piedra seca. El cementerio se utilizó como tal hasta que en el siglo XIX hicieron el que actualmente existe. Hasta no hace mucho la Noche de Animas se iba a rezar a la puerta en procesión. Aquella noche raros eran los niños que asistían a la ceremonia y lograban dormir.
 Saliendo de la plaza de Ferreras por los números pares la casa que tiene el dos es de Jesús del Río Luelmo. No podemos decir que hace esquina ya que redondeada, como eran las construcciones alistanas que heredaron la forma de las que había en los castros. Tiene una bonita balconada de madera. Ah, y una parra. Hace años existían muchas casas hechas así, en Ceadea todavía quedan, pero van desapareciendo. Jesús se la compró a los hijos de Mateo Campos y Benita Calvo. Uno de aquellos 16 de agosto culturales, en la plaza se hizo una boda Alistana. Contrayentes e invitados vestidos de alistanos antiguos, y esta casa pasó por ser la del padre de la novia. Este les dio a los novios las prédicas pertinentes y la bendición correspondiente. No faltaron perrunillas, rosquillas, los bollos maimones ni tampoco vino y limonada. Y se bailó la medida.
 La siguiente vivienda hace un retranque y tiene entrada por esta calle y por la calleja que sale a la iglesia. En ella vivían Jacinta Campos con Ascensión Gallego, su esposo, y María, hija de ambos. Construcción tradicional de piedra vista que, como reseño más arriba, aún quedan varias en el barrio. Ahora la casa es propiedad de Concepción Capa Campos. 
 Después de la callejita está la vivienda que, para la mía y generaciones anteriores, es la de Sebastián Ramos. Este Sr. Vivió muchos años y tuvo el respeto de todos sus convecinos. La casa tiene una hermosa balconada, un tradicional poyo y, hasta no hace mucho lucía una puerta de madera con postigo. La heredó su hija María y posteriormente Ibero, su hijo. En la siguiente construcción, también de piedra vista y me parece que seca, o sea sin argamasa, que hace esquina a la plaza de la iglesia, vivió el Sr. Félix García, “Merino”, la Sr. María y su familia hasta que se cambiaron para la de la calle de la Obliga. La puerta de acceso tiene jambas y dintel de piedra de granito. En la jamba de la izquierda hay una cruz cincelada que tiene por base un monte, lo que indica que allí vivó un judío converso que “no comía tocino”, pero que en la intimidad seguía practicando el judaísmo. El monte, que es la representación del Monte Sión, era una señal para los iniciados. La casa es de Irene, hija del Sr. Félix. Hace poco tiempo tuvo el derrumbe de unas piedras que amenazaba la conservación del edificio. A la dueña no le faltaron los problemas para que Patrimonio le autorizara el arreglo. Le costó tiempo y papeleo. Lleva deshabitada mucho tiempo. Esta casa tiene ventana a la plaza de la iglesia a la que hace esquina. 
 En esta plaza de la iglesia, es curioso, pero casi siempre las edificaciones han sido pajares o cuadras. En mitad de este lado está la excepción, es una vivienda que perteneció a José Calvo Casado, farmacéutico que fue de esta villa en el mismo local en el que hoy está ejerciendo esa profesión su nieto José Domingo. Pasó la propiedad a su hija Lola y Manolo Calvo Fidalgo, esposo de Lola, que era un meticuloso manitas, montó un garaje para su coche en el que tenía todo tipo de herramientas para mantener sus vehículos siempre a punto. Hasta foso hizo. En la planta de arriba había una vivienda que tenían alquilada Darío Calvo y Pacita Sánchez a la que venían en verano a pasar las fiestas todos sus descendientes. La casa pertenece al nieto de José Calvo, Jesús Romero “Ñupi”. El dueño del bar la Taberna.
 La siguiente edificación tiene la fachada construida con una mezcla de cantería y pizarra que sorprende cuando se ve por primera vez. Cuando pasa la sorpresa la composición se hace agradable y se reconoce el ingenio de los constructores. Perteneció a Ascensión Gallego y Jacinta Campos y posteriormente a María, la hija de ambos. A pesar de que la estructura del edificio es como la de una vivienda, nunca fue habitada o al menos no lo ha sido en los últimos 150 años. La utilización que le dieron era como cuadra y pajar. Creo que ahora pertenece a Conce Capa. La historia que añado la conocía pero no la ubicaba aquí. Pipa Calvo, gracias, me dice que sucedió en esta casa, así que si estuvo habitada y esto sucedió en ella. La habitaban la familia de los "Jitos".  "Jito" padre, Jesusa, su mujer y   una hermana de esta,  María.  Jito padre estaba casado con Jesusa y  tuvo a Consuelo "la Churufa" y a Miguel "Tarambana".  María otras dos hijas, "la Pachinda " y "la Carriza".  Miguel a la pregunta  ¿quién es tu madre? respondía : Mi madre es mi tía  y mi tía es mi madre.

 Aunque la fachada principal de la casa da a la calle que sube desde la plaza Ferreras la incluyo aquí. Perteneció a María Rivera Rodríguez y su hermano Santiago. Ambos eran conocidos como Chaga y Chago. El hipocorístico de Santiago se impuso en los dos. Ambos eran enanos, no median más allá de un metro, tenían las piernas y los brazos muy cortos, apenas de un palmo. Eran de la familia de los “Conejines”, hermanos de Pepe, Manolo, Ángel y Joaquín. Por las características físicas es imaginable la dificultad que tendrían para ganarse el sustento pero siempre lograron tener lo suficiente. Manolo, su hermano, emigró para la Argentina y les mandó dinero para comprar la vivienda y en ella vivieron hasta sus últimos días. María atendía a huéspedes y se ocupó siempre de Santiago a quien sobrevivió varios años. Ella hablaba correctamente pero Chago tenía cierta incapacidad para una correcta pronunciación. Había una frase que repetía con frecuencia: "yo, pobe y ímpio". Tenían una hermosa casa, María siempre ponía en la mesa lo suficiente y Santiago siempre estaba como el jaspe. Este bebía algún vino y, para el grupo con quien estaba, le gustaba cantar La Salvadora. De él, interpretando a José Carlos Luna, autor del Piyayo, se puede decir: No ata a su cuerpo una guitarra / pero yo si lo he visto cantando a zarpazos / babeando de vinos. A chufla lo toma la gente / y a mí me da pena / y me causa un respeto imponente.  

Ahora damos un pequeño salto y nos adentramos en el Rincón de Dentro la Villa. La primera casa, casi la única que se conserva habitable era de Santiago García “Tragueras”, empleado de la aduana, y de Isabel García “la Sociala” su esposa. Tuvieron dos hijos, Ángel y Felipe. El primero toda la vida laboral la realizó en Iberduero y Felipe fue hostelero en Madrid. Este venía con frecuencia a la Villa, sobre todo en Semana Santa. Tenía buena voz y cantaba en latín, estudió algún tiempo en los Agustinos de Toro, el Miserere y el Stabat Mater. Fue diputado por Sanabria, estaba casado con una sanabresa, en la diputación de Zamora. La casa es en la actualidad de los descendientes de Antonio Terrón Rodríguez “el Gato” que se la compró a los herederos de Santiago e Isabel. 

En otra de las casas vivió muchos años Amador Álvarez” el Zamorano” y su mujer. Esta familia tenía tres hijos y una hija: Amador y José María emigraron para Irún y, por desgracia, murieron en accidentes de trabajo. El tercero, Geli, que también emigró a Guipúzcoa, ha vuelto muy pocas veces a la Villa. La hija, Mari Carmen, se casó creo en Irún y su marido también falleció en accidente. Ella volvió para Alcañices y aquí vivió años. Se le notaban esas desgraciadas vivencias. Amador se fue arrugando con tanto sufrimiento y su mujer aguantó solamente porque tenía que cuidarlo.
 Aurora Crespo heredó de sus padres la vivienda a la que venía a pasar las vacaciones con su marido. Yo creo que quien quería estar en Alcañices era él aunque la del pueblo era ella. Aurora falleció, pero su marido, siempre que alguno de sus hijos lo acompañe, sigue viniendo aunque mucho menos de lo que desearía.
 Otra de las viviendas pertenecía a Andrés Lorenzo, “el Campillero” y su esposa. Tenían cuatro hijas: Fructuosa, Matilde, Inocencia y Virísima y un hijo, Emilio. Ellas, casadas respectivamente con: Epifanio Pérez, Manuel Viñas, Manuel Noro y Ángel Martín. Matrimonios que vivieron toda su vida en la Villa. Emilio estaba casado con Julia Barros. Un hijo de estos viene con frecuencia y habita esta casa. Haciendo esquina, ya en la salida, vivía Jaime “el de la Alistana” con Carmen, su mujer y sus hijos. Jaime estaba empleado en la empresa de transportes, y Carmen y su hija Paquita atendían la pescadería que abrieron en el lugar en el que hoy está el Bar Enigma. 

En un entrante inmediato vivía Antonio “el Gato”, albañil de profesión, Martina su mujer y sus dos hijos: Mary Carmen y Antonio A todos los unía una relación muy íntima, la placita que compartían es pequeña lo que propiciaba una convivencia frecuente pero, rara avis, muy bien llevada.
 Por el otro lado de este rincón hay tres pequeñas casas. En la primera vivió José Augusto Pérez, “el de la Elisa” Dolores, su mujer, y sus hijos. José era un experto en el juego de la banca o monte como se le conoce en otros sitios. Tenía una capacidad asombrosa para memorizar el orden de las cartas. Muy raro que alguna vez perdiera. La vivienda la compró a la Srª. María "la Merengues". Modista.
      Frabriciano Martín Pérez vive en la casa que hace esquina bajando hacia el cañico. “Fabri” es todo un personaje, tiene infinidad de anécdotas, algunas he contado en otros escritos. Era, es muy mayor, el mejor pescador de ranas y cangrejos y, aunque no tenía apariencia de atleta corría rápido y aguantaba distancias enormes. Alguna vez que se apostó correr con gentes a los que sacaba 25 o 30 años les ganó sin despeinarse. Era conocido como buen cliente en los clubs y casas de lenocinio. En otra de estas casas vivió Emma y su hermano “Juanillo”, anteriormente Ismael Augusto y Engracia Rego con sus hijos. También vivieron aquí la Pachinda y el Cuco. En la fachada posterior de la Panera del Marques, el cine Avenida, en un corral que tenía Joseíco, su padre, han hecho una vivienda Bernardo Barros Gallego y Vitoria Ramos Cañedo, su mujer. Muchos no sabréis de quien estoy hablando porque a Bernardo todos lo conocemos como Cipriano. 

Lo demás de esta calle son corralones o pajeros. Volvemos a la plaza de la Iglesia para encontrarnos con el edificio que fue panera del S.N.T. donde este servicio, antes de que construyeran el silo de la Fuente Herrada, recogían el trigo a los agricultores alistanos. Aunque para los mayores, este edificio siempre será el Cine, así con mayúscula, ya que ese servicio prestó a Alcañices durante mucho tiempo. También a él venían las compañías de Cómicos de la Legua a representar sus comedias. Alguna vez también los aficionados locales pusieron en escena alguna obra. El edificio se lo compró Crispín al marqués y este le vendió una parte a Cayetano Calvo y otra a Manolo y María. Alguna vez en la plaza hicieron la víspera de los Reyes el baile del chorizo ¡O témpora o mores! La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, construcción románica que erigieron los Templarios, conserva poco de su primera fábrica aunque sigue siendo muy bonita. 

La reedificación actual la hicieron en el tercer tercio del S. XVIII. Durante la guerra de sucesión, a la muerte de Carlos II, Alcañices fue tomado por tropas portuguesas al mando del general Mascarenhas. Como no podían mantener la posesión ante la llegada del ejercito español, decidieron dinamitar la Villa y todo el recinto de Dentro la Villa quedó arrasado. Los Alcañiceños contribuyeron a levantar la iglesia por prestación personal siguiendo el proyecto del arquitecto José Almaraz. Tanto el interior como en el exterior del templo sirvió de cementerio y en la esquina donde está la cruz estuvo el Cuarto de las Animas hasta aproximadamente 1990. Quitarlo fue muy polémico. En la plaza del Reverendo Domingo Dacosta tenemos el palacio del Marques en el que actualmente está la residencia de ancianos. Los marqueses no habitaron mucho tiempo en él; estaban más en Toro donde tenían otro palacio y de allí era la primera marquesa. Los que sí lo hicieron fueron los distintos administradores del marquesado. El último fue Francisco Calvo que allí vivió hasta principios del S. XX. Los últimos que residentes en el palacio fueron la familia de Quico, el abuelo, y Tomás Cerezal y la Sra. Isabel, quienes tuvieron cuatro hijos: Isabel, Manolo, Paco y Tina. “los Pantominos”. Tomás y Paco tenían una memoria portentosa. Por cualquier persona, hecho, dato o circunstancia que se le preguntara informaban puntualmente. Se acordaban de la fecha, de cómo estaba el día que ocurrió y del lugar en que se encontraban en ese momento. El relato empezaba: Estaba yo…… Eran enciclopedias. Quico tenía una muletilla con la que siempre se despedía “Bonito, agarrate a la raíz”. Las matanzas y las limpias eran una fiesta en esa casa. Todos cantaban bien y disfrutaban y hacían disfrutar a quienes les acompañaban. Sabían muchas canciones de la tradición alistana. Eran muy amigos de mi familia. Acompañando a mi padre, que siempre iba a sus matanzas, me divertí mucho en los columpios que hacían con las sogas que colgaban de las vigas, aunque algo de miedo pasé por el gran y alto recorrido que realizaban. También eran inolvidables las largas veladas en las que no faltaban canciones ni cuentos e historias.
 No me extiendo, en la descripción ni en la historia de la Panera, la Iglesia y del Palacio ya que de ellos se ha escrito en varias publicaciones. Si alguien está interesado en saber más, no le será difícil encontrarla. 

Estas son historias de “andar por casa” Enfrente del palacio había casas, en una de ella vivió la familia de Narciso Rego. Ahora están restaurando el recinto interior que pertenece a la casa parroquial, allí hay un magnifico jardín y una bodega reforzada con arcos y paredes construidos con piedra pizarrosa de la zona. Hasta aquí el recorrido por Dentro la Villa. Se continuara con otros paseos por los barrios históricos. 

Gracias por la atención Feliz 2021

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