FOTOGRAFÍAS: Daniel Ferreira |
Estas
descripciones las hago en la distancia basadas en los recuerdos y vivencias que
tengo de la niñez. Del relato del paseo anterior he corregido algunos errores
que son la consecuencia de fiarme de mi
vieja memoria. Seguro que en este también los hay, si algún lector los detecta
le ruego que me los señale para
corregirlos, lo agradecería. El relato unas veces está en pasado y otras en presente, es una mezcla
de los dos tiempos. Me siento acompañado
por los casi quinientos lectores que
están haciendo estos días el recorrido conmigo por eso a veces utilizo
el plural.
Continuamos el paseo por la calle los Labradores.
Habíamos llegado el día anterior hasta, no sé si llamarla calleja, es amplia, pero así se llamó siempre aunque no es paso a sitio alguno, es como una ampliación de la calle, en la vivían: Isidoro Ramos, Alejandro el churrero y Clemente el hojalatero.
Habíamos llegado el día anterior hasta, no sé si llamarla calleja, es amplia, pero así se llamó siempre aunque no es paso a sitio alguno, es como una ampliación de la calle, en la vivían: Isidoro Ramos, Alejandro el churrero y Clemente el hojalatero.
Salimos por donde entramos y continuamos con nuestro paseo. Doblamos hacia
la derecha para seguir el recorrido y lo primero que nos
encontramos es una casa de nueva
construcción que está sin habitar. En mi recuerdo hay un corral que pertenecía
a Mario Machado. La siguiente también es “relativamente” nueva, pero en el
tiempo del que tratamos era una casa típica de labrador alistano; en el
bajo la cocina, un corral para carro y
aperos y al fondo la cuadra para vacas, caballerías, cerdos y gallinas. Encima,
sobre un sobrado, las habitaciones. El propietario era Felipe Rivas “Zapirón”
que vivía con su mujer y un hijo. Era Hermano del Fraile, de Angelita, mujer
del Churrero y de Aniceta, esposa de Sisenando. Felipe se quedó viudo y emigró para Pamplona, donde
contrajo segundas nupcias. Una vez jubilado pasaba largas temporadas en
Alcañices. La vivienda ahora pertenece a su hijo.
Lindante
a la anterior está la de Francisco Gallego “Boliche” en la que vivía con
Agustina, su mujer, e hijos. No era una de las familias más numerosas para lo que había entonces, creo
que eran tres chicas y dos chicos y lo normal era que los matrimonios tuvieran
siete y más hijos. El más popular de ellos era Paco, fue a buscarse la vida por
otros lugares y en un desgraciado accidente
de trabajo perdió gran parte de la visión. Jubilado con incapacidad total, volvió para la Villa y empatizó con todos. Aunque quizás la más conocida sea
Tina, que, casada con Angelito Cerezal, estuvo muchos años con su marido al
frente del muy, muy, muy añorado bar
Central de la Plaza. La vivienda actualmente la ocupa Selaida, hija de
Francisco con su marido Emilio “el Estrellao” que es así apodado por un angioma
con forma de estrella que luce en la frente.
La
casa de “Boliche” hace esquina con la calle del Aire, o de los Aires, una de las que desde los Labradores da salida hacia la Cortinona.
Inmediatamente a la derecha estaba un caserón grande que fue levantado sobre el promontorio que
formaba una peña, circunstancia por la que para poder acceder a la vivienda era
necesario subir cuatro escalones. En ella vivía la familia que había formado
Casimíro García. El matrimonio tenía dos hijas y un hijo. La casa creo que era
propiedad de María “La Sausada” que la había heredado de sus padres. Esta mujer se fue para Manganeses de la Lampreana,
vendió la casa y no volvió al pueblo.
Cierra y cerraba la calleja, aunque no la salida
para la Cortinona, una pequeña casa en la que vivían la Nieves y José, este, portugués de origen, tenía un carácter agradable, gran fortaleza
física y era un gran trabajador. Trabajaba
en la madera cortándola en el monte, aserrándola en la serradora y arrancando
piedra en las canteras que había en los alrededores de la Villa cuando el
trabajo en la madera decaía. La Nieves, que se empleaba en las casas de la
localidad, era muy popular. Cuando se representaban los Reyes el seis de enero,
hacía de madre de los inocentes. La casa
fue posteriormente compartida con Manolo
Pérez “Mona, Marcelina, su mujer, y sus
hijos. Manolo era en las fiestas de San Roque el empresario. Creo que ahora es propiedad de la viuda de uno de sus hijos.
Perpendicular
a la casa de la Nieves y de José había un corralón grande y seguidamente el
domicilio de la familia de Agustín Carrión “el Calzas”. Tenía Agustín en
sustitución de la pierna derecha una prótesis de palo muy bien redondeado que terminaba en un
remate de goma para una buena adherencia y evitar resbalones. Llevaba siempre
un caminar ligero que demostraba una buena adaptación a la prótesis. Alfayate especializado en ropa de pana, vestimenta habitual de todos los
labradores y de todos era su sastre de cabecera. El taller estaba a mano
izquierda según se entraba en la casa que tenía al fondo el domicilio familiar. La
vivienda ahora es el domicilio de una hija del Sr. Agustín.
Doblamos
la esquina y salimos a la de los Labradores donde ya empieza la cuesta.
Inmediatamente a la derecha está la casa que fue de Antonio Ratón “el Mocho” y su familia. Antonio no llevaba a mal el apodo, pero cuando alguien se pasaba, con algo de sorna le
soltaba “Es mejor ser mocho que
cornudo”. Procedía de Vivinera donde conservaba alguna propiedad. Algunas veces
ejercía, nombrado por el ayuntamiento de Alcañices, de guarda
de valles y montes y como veedor del agua de la Ganada. Experto cazador, jamás marraba el tiro, sobre todo de
conejos y de liebres. Perdices no, que eran más difíciles de cazar. Él estaba
especializado en pelo y los cartuchos
costaban mucho, aunque el recargaba las carcasas. Las piezas cobradas las
vendía su mujer por el pueblo y lo que conseguía no venía mal para la
manutención de la familia. La casa tenía una entrada de carro que daba acceso a
un corral, ahora, remodelada, es la
vivienda habitual de un nieto.
Bajando
la cuesta nos encontrábamos con un corral y dos casas pequeñas levantadas
sobre un promontorio de peña que hacía que estuvieran casi un metro elevadas
sobre la calle. La primera estaba deshabitada y en la segunda vivía el Sr.
Manuel “El Abuelo” con Ambrosia, su esposa. Manuel era zapatero remendón y
también hacía botas y cholas que luego se vendían en la de tienda el Sr. Eusebio
Fernández “Pichi”. Desde la muerte del matrimonio la casa está deshabitada. En
la actualidad creo, o solo supongo, que pertenece a los herederos de Ángel
Lorenzo “Anchil”.
A
continuación había un saliente de piedra, a modo de cubo de muralla, en el que
existía un horno de pan que formaba parte de la casa donde vivía la familia de Ramón Pérez “Carnero”, herrero y
un magnifico mecánico. Trabajaba como tal para la Alistana en el garaje de la
Ford, donde hoy está la carnicería de
Fidel, siempre en compañía del Sr. Esteban (gran personaje del que había muchas
historias) socio propietario de la empresa. Los dos se llevaban muy bien aunque
constantemente estaban riñendo, se llamaban: desde ovejo hasta animal, pasando
por toda la gama de ese tipo de insultos cariñosos. Pero la sangre nunca
llegaba al rio. El saliente del horno desapareció cuando remodelaron la calle y
arreglaron la casa. Allí vive ahora una
hija de Ramón.
En
la casa consecutiva vivía el Sr. Acacio Chasco, ya muy mayor, carpintero y tallista
de madera, autor de un Cristo que procesionaba en la Semana Santa hasta que fue sustituido por el articulado que hay ahora. No sé
muy bien si fue Antonio Calvo quien lo regaló. Esa talla de Acacio se contaba
que la llevaron para la localidad aneja de Vivinera. En la casa también vivían
José Chasco “Cachete” su mujer y la descendencia. José era zapatero y elabora
botas y cholas para la zapatería de Eusebio, establecimiento que en la calle
San Francisco se anunciaba con una enorme bota en su fachada. José era muy
conocido, pertenecía al grupo de los míticos actores que hacían la
representación del Auto Sacramental de los Reyes. Siempre encarnaba
a Herodes y hizo famoso al personaje, además de por el parlamento, por
la patada que daba sobre la tarima del
balcón del ayuntamiento, lo que demostraba como se introducía en la personalidad del Tetrarca. Hace poco me
llegó por Facebook un saludo de su hijo Acacio pero no consigo comunicar con
él. En esa casa hace pocos años vivió una familia de rumanos. Tenían niños pequeños que jugaban en la
calle, saludaban a quienes pasábamos por allí y algunas veces tiraban la pelota a los viandantes para que la devolvieran y
jugar con ellos. ¡Que alegría daban! Se
fueron para Asturias y ahora no hay un solo niño en toda la calle. Cuanta tristeza y que pena.
En
la esquina de esta casa nace una calle que da salida hacia la Cortinona. Nunca
en ella ha habido domicilio alguno y no estoy seguro de si tiene alguna puerta
que abra un corral.
Seguimos
el recorrido por la calle y nos encontramos una casa con un espacio exterior, a manera de gran
porche, en el que se reunían los vecinos a la solana cuando los trabajos lo
permitían. En la casa vivía la familia de Manolo Castaño “Juanito” y su familia. Manolo padecía una cojera de la
pierna derecha que le hacía inclinase mucho al andar y necesitaba
apoyarse en una cayada, pero no impedía
que anduviera rápido. Labrador, como muchos de los que vivían en la calle, no
tenía problemas, o los superaba, para realizar las labores. El matrimonio tenía una hija, Sara, que emigró
muy joven para Francia y tres hijos: Daniel, Santiago y Miguel. El primero era
el menos comunicativo de todos. Santiago tenía habilidades circenses, daba
volteretas que no estaban al alcance de cualquiera. Miguel quiso ser torero, lo
intentó por las plazas de los pueblos de los alrededores de Madrid y Toledo. Lo
apoderaba Agustín Rodríguez, “Tino
Lero”. Los hijos eran rubios con los ojos azules cosa que me lleva a suponer
que algún ascendiente de la familia procedía de Alcorcillo, donde mucha de su
gente tiene esa característica que denota una procedencia celta.
Luego teníamos el matadero de Manuel Muñoz,
construcción que debió hacerse en el primer cuarto del S. XX. Estaba bien acondicionado y cumplía las medidas higiénicas exigidas en la época. Tenía
una meseta en la que sacrificaban a las terneras que
inmediatamente eran transportadas hacia Madrid y distribuidas en los mejores
hoteles y restaurantes de la Villa y Corte, donde eran muy demandadas. Manuel,
tratante de ganado, nos obsequiaba
algunas veces con peleas de toros en la
era. Cuando compraba unos cuantos, para la convivencia entre ellos, era
necesario establecer una jerarquía, buscar un líder, lo que conseguía
enfrentándolos en una pelea que demostrara quien era el líder al que los demás se sometían. En
tiempos de hambruna, consta en actas del ayuntamiento, mollejas, callos y
casquería en general, eran ofrecidos a los necesitados de la localidad. Muñoz
con su familia emigró para Brasil allí quedó para siempre. Sus hijos siguen en
ese país. Cuando se fue, el local lo adquirió Tomás “el Religioso”, y lo heredo
su hijo Ángel que lo transformó en vivienda y en él vivió junto a su familia hasta que
construyó una en la calle de los Pájaros, donde continúa una hija.
Adosada
al matadero esta casa que fue de José Vaquero, “el Sr. Gamero” y la Srª Lucia,
matrimonio a quien ya conocí siendo ya mayores.
Tenían una hija, Eugenia, que estaba casada con José Ramos “Cotoví”. El
Sr. “Gamero” poseía una hermosa finca en las Hurrietas a la que cuidaba con
mimo. Además de los productos normales
cultivaba unas flores preciosas en las que libaban cuatro o cinco colmenas que le producían una
miel exquisita. Esta finca ahora es propiedad de los herederos de Manolo y
María, del bar de ese nombre. La casa pertenece a Jesús Ramos Vaquero y a Lola
que viven en Amer (Gerona), el pueblo de
Puigdemón, Jesús, que no es nada separatista y sí forofo del Madrid, viene
siempre que puede a Alcañices para desintoxicarse.
Seguidamente
hay un pajero de los herederos de Domingo Gago “Rabietas” y un huerto con un
garaje al fondo propiedad de Jesús “Cotoví”. Allí una regadera atravesaba la calle, por la que fluía el agua
que, procedente de Cubillas, regaba la huerta del marqués y, cruzando la
carretera nacional, también el prado
que hoy pertenece al matrimonio formado por Narciso y a María.
Lo
siguiente a es una cuadra que pertenecía a Sisenando González y a Aniceta, su
esposa, en ella guardaban las vacas y caballerías que utilizaban para los
trabajos de labranza y a una piara de chillones parros, a los que eran muy aficionados. Manolo, el
hijo del matrimonio, los sacaba todos los días para el rio. Sisenando era
natural de Peguerinos, pueblo de Segovia cercano a San Rafael. La vivienda que habitaba el matrimonio estaba a
continuación. La heredó Celina, hija del matrimonio, que la
acondicionó y vivió en ella siempre que venía al pueblo.
La
penúltima edificación por este lado de la calle, es una casa que construyó un
guardia civil de Alcorcillo Isidoro Guiteria con Delia, su mujer. Rubio, aval de lo que dije más arriba. Vivió en
ella todo el tiempo que estuvo destinado en La Villa. Ahora está habitada por
Margarita, Hija de Ismael el de la Srª Elisa.
La
última casa de la calle pertenecía a Santiago Ramos “Corín”. Era una vivienda
de planta baja que derribaron para construir la que existe en la
actualidad. Santiago se dedicaba a la venta de pescado. Cuando Juan Antonio
dejó la que tenía en los soportales de la casa de Dacosta él puso en el mismo
local la pescadería. También llevaba pescado, fruta y otros productos a varios pueblos alistanos. La casa pertenece a la
familia y ahora está deshabitada.
Gracias
por acompañarme en estos paseos. Supongo que, aunque virtualmente como hasta
ahora, seguiremos haciéndolos.
Saludos
Jesús Barros Martín
Me ha encantado, lo único puntualizar que la casa de Agustín Carrión nunca estuvo deshabitada. Gracias.
ResponderEliminar80gela, gracias por la puntualización, el error ya está corregido. Como he dicho en algún sitio de estos paseos, escribo de memoria. Supuse que después de fallecer el matrimonio ninguno de sus hijos vivía en la casa. Mal supuesto.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado lo escrito. Por la cantidad de lectores que tengo me siento muy satisfecho.
Esta genial Yo solia ir con mi abuela Carmen desde Latedo hasta Alcañices a comprar HILOS y otras cosas a la izda del Bar Central Como me gustaba el trato que tebia esa señora con la gente A mi me llamaba mi chiquita Rubia....
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